Los códices se refieren al contexto cósmico de los dioses, permiten establecer calendarios y rituales.
Se destaca el códice de Dresden, denominado así porque se preserva en Sächsische Landesbibliothek de dicha ciudad alemana. Fue adquirido por el director de la “Libreria Real” en 1739. Los bombardeos de los aliados que destruyeron la ciudad el final de la Segunda Guerra Mundial dañaron el original. Los especialistas deben recurrir a las copias realizadas desde el siglo XIX para poder estudiarlo.
Narra la existencia de tres mundos anteriores, cada uno destruido por un diluvio. El primer mundo estaba habitado por enanos o “ajustadores”, responsables de la construcción de las ciudades en ruinas. Los enanos se petrificaron con el primer amanecer. El segundo fue habitado por “transgresores”, y concluyó de la misma manera, al igual que el tercero, poblado por los mayas. La llegada de los españoles llegó en el transcurso del cuarto mundo, el cual también será barrido por otro diluvio desvastador.
Con la ambigüedad típica de los conquistadores que destruyen y abominan lo que admiran, el obispo Diego de Landa cumplió con una extraña tarea: escribió la crónica europea mejor documentada sobre el Mayab, la Relación de las cosas de Yucatán. Simultáneamente, hizo quemar en 1531 los manuscritos indígenas que preservaban la memoria y el esplendor de los siglos anteriores.
—————
—————
—————
—————
—————
—————
—————
—————
—————
—————
—————
—————
—————
—————
—————